jueves, 15 de noviembre de 2007

¿QUÉ ES EL NUEVO CINE ARGENTINO?(PARTE 1)

Hace unos años que se viene debatiendo cual es el cine que representa al llamado Nuevo Cine Argentino (NCA). Si tal película califica para entrar en ésta denominación, si tal director cumple con ciertos requisitos para que entre en la gran familia, etc. Se habla mucho, a veces sin conocimiento, otras con acierto. Lo cierto es que para definir al NCA habría que hacer un poco de historia y ver si es potable una denominación de éste calibre para todo el cine nacional o sólo para un pequeño grupo de cineastas y películas.

ALLA POR EL 98
Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que la película que abrió el camino para la renovación del cine nacional fué PIZZA, BIRRA, FASO ( Caetano, Stagnaro). Ya se vislumbrava un cambio cuando se estrenó un tiempo antes la primera edición de Historias breves. Se notaba que estaba por llegar una renovación, una nueva generación de jóvenes directores salidos de las escuelas de cine, que venían a patear el tablero con nuevas ideas, alejándose por completo de la basura que producía nuestro cine por aquellos años.
Obviamente que no todo era malo, estaban Aristarain, Solanas, Favio, Rejtman, Perrone. Directores, los tres primeros, con una carrera casi sin fisuras, con excelentes películas en su haber y con el merecido mote de autor. En cuanto a Rejtman y a Perrone se los podría considerar, de manera indirecta, los "padres" de éste nuevo movimiento. El caso Perrone es un ejemplo de persistencia y de injusticia. Digo de injusticia porque nunca fue considerado de la manera en que se lo mereció, ya que por aquellos años filmaba en video y de forma independiente, y no era bien visto por los botones de turno ("¿Filmar en video? Eso no es cine", decían). Perrone se ganó su lugar a fuerza de una gran filmografía, compacta y personal.
Pasaron los años y el NCA rendía sus frutos, se estrenaban las películas de Trapero, Martel, Alonso, Burman, Caetano y compañía. La promesa de una renovación ya era realidad. En las salas podíamos ir a ver cine nacional de calidad, sin tener que envidiarle nada a nadie. Ya habían quedado atrás esos engendros mal filmados, mal actuados, de una calidad pésima. Ahora había guiones consistentes, actuaciones convincentes (el NCA revivió a ciertos actores de antaño, por lo que la mala interpretación en aquel cine feo no era culpa de los actores, sino que los directores no tenían idea de como dirigirlos), calidad técnica de primera (me acuerdo que en los primeros años de la década del 90 era normal encontrar películas con problemas de foco, si de ¡FOCO!), excelente trabajo de cámara, foto, música, etc. Era un placer ir a ver cine argentino. El sueño de mi vida cinéfila se había cumplido: el cine que se hacía en mi país me gustaba, y mucho.
Continuará...

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